Proveniente de la selva tropical de África occidental, el Mango Africano es utilizado desde miles de años por los habitantes de este continente con fines medicinales y como un alimento completo, capaz de proporcionar mucha energía y calmar el hambre.
Su pulpa es rica en calcio y vitamina C, mientras que las semillas contienen altas dosis de minerales como hierro, calcio, magnesio, fósforo, potasio y sodio, además de las vitaminas B1, B2, B3 y ácidos grasos esenciales como el laúrico, mirístico, oléico, palmítico, esteárico y betacaroteno. El mango africano impide que se produzca grasa corporal y ejerce un efecto sobre las enzimas que regulan el metabolismo. Hay que destacar que el mango africano es una fruta muy rica en vitamina B por lo que va actuar a nivel hepático, ayudando a metabolizar y combustionar los hidratos de carbono que posteriormente se convierten en grasa.
Actúa como un regulador de las leptinas, lo que ayuda al cuerpo a controlar la cantidad necesaria de alimento a ingerir para sentirse saciado.
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